Silvia, primera novela de José Memun o la revelación del amor por la literatura

León,  Gto.- Este que veis aquí en la FeNaL número 30, es más honesto que ingenuo porque confiesa su pecado capital de haberse acercado a la literatura en forma tardía; pero es más modesto que creído porque ostenta finalmente haberse enamorado de ella, aunque sea en esta etapa de su vida, que a decir de cronos, no es tan tarde, porque nació en el 74.

Silvia (Caligrama, 2018), es su primera novela, su primer libro. Arquitecto de profesión, finalmente tiene el aire de artista que conllevan los arquitectos, generalmente ligados a las artes plásticas. Pero confiesa otro pecado, la arquitectura de desarrollo inmobiliario y su distancia con la pintura, situación que deviene en la elección de las letras como forma de expresión artística y que lo está redimiendo, en su proceso de salvación.

Silvia, es una novela que se deja leer porque Memun alcanzó un estilo sencillo de expresión, cualidad que no es sencilla. La estructura literaria final es más bien propia de quien tallereó y asumió las críticas aun a pesar de la revoltura de estómago.

Silvia es la historia del primer gran amor que se puede tener postadolescencia, y que finalmente no sobrevivirá a los embates de la vida, pero que gracias a ello permite el nudo en la trama y el temple de ánimo en el escrito, para ofrecer una historia que no te deja-dejarla así tan fácil.

Esta que veis aquí, es la entrevista momentos antes de su presentación en la Feria Nacional del Libro de León 2019. Para saber más de Silvia y José Memun, es un pecado mortal no leerla.

– Ópera prima, ¿cómo se llegó a esta novela?
Yo no me he considerado como un escritor como tal, yo empecé trazando algunas palabras sobre la introspección de jóvenes, quizá quise yo regresar a mis épocas de adolescente, al sentimiento, lo intenté plasmar en un burdo, burdo archivo de Word. Y empecé la historia de tres chavos y llegó la mujer y lo cambió todo, y entonces me di cuenta que estaba adentrándome en una historia totalmente distinta a lo que yo pretendí y seguí, y seguí, y llegué a una historia completa y lo que faltaba era un título, entonces lo que faltaba era poner un poquito de orden y la historia me llegó a mí, los personajes se crearon. Pero empezó como un ejercicio de introspección total.
Primer amor, primeros amores, ¿determinan nuestra conducta posterior, qué diría Freud de esto?
Que ya lo teníamos en el inconsciente y lo que se tenía que hacer era tratar de sacarlo, tratar de encontrar algo que ya teníamos, que no es un destino como tal, pero era algo que teníamos predispuesto a hacer. Pero no soy psicólogo, no sé mucho de Freud, de sueños, lo que es cierto es que todo adolescente sueña, todos quieren conocer a alguien y el hecho de hacerlo te cambia la vida, fue lo que pasó con mi personaje en la novela.
El primer amor te deja algo, yo creo que el primero te esculpe, el primero te forma y no quiere decir que el primero sea el determinante, con el que te quedes clavado para siempre, o el segundo o el tercero, pero de que algo te deja o algo te hace, sí, y que tiendes a idealizarlo o a buscarlo en algunas otras formas, en algunas otras personas, yo creo que sí.

– Nos dice tu reseña biográfica: un encuentro tardío con la lectura, y por extensión diría yo con la escritura, ¿pecado o virtud?
Pecado no haber empezado antes, virtud haber empezado en un momento de mi vida, pecado no haber tenido un libro cuando era yo un niño, pecado fue no haber podido meterme más en este mundo de libros, en este mundo de palabras. Yo entiendo que somos lo que leemos, y que toda historia que leemos nos deja marcado y puede ser verdad o ficción, puede ser novela, puede ser poesía, puede ser ensayo, pero sí realmente es pecado por no haberlo conocido y virtud haberlo conocido en algún momento de mi vida.

– Silvia, seguramente tiene otro nombre, porque eso nos dice la reseña de la novela, de ahí nace Silvia de tu enfrentamiento con la lectura y con la escritura, ¿qué sigue siendo Silvia para ti?
Para mí fue un antes y después, porque aunque yo me dedico a la arquitectura y es mi profesión constante, el hecho de haber creado una historia y haberla publicado, y el hecho de tener un libro, a mí me cambió la manera de pensar por completo, porque primero te enseña que sí se puede y que no es tan grave.
Ahora sí que exponerte, exfoliarte a lo más profundo de ti no es tan grave; al principio da mucho miedo, y el hecho de haber publicado una historia y tener tu nombre ahí, puede crear un poco de incertidumbre, hasta dónde puedo llegar, o qué voy a ganar de esto, para qué me expongo, porque la gente me dice eso, pero aprendí a que no hay que tener miedo y si tienes algo que decir no esperes, extérnalo, siempre va a haber alguien que lo escuche, alguien que lo lea, y que lo reciba o que lo deseche.
A mí me costó mucho tiempo, mucho esfuerzo, yo tuve el manuscrito mucho tiempo en mis manos, y no sabía qué hacer, no sabía si era para mí, si yo tenía que fungir en algún momento de mi vida como escritor como lo estoy haciendo ahora, pero te puedo decir que es una de las mejores decisiones que he tomado; para mí Silvia, lejos de ser un nombre propio o de una novela, para mí es un antes y un después.

– ¿Arquitecto o escritor?
En una presentación me dijeron que mi relación con la literatura es mi relación extramarital con la arquitectura; arquitecto, porque es mi trabajo, es la carrera que estudié y es a lo que llevo muchos años dedicándome al diseño y a la construcción. Pero escritor de pasión, escritor de tratar de escribir algo, una historia, un cuento, un sentimiento, un poema, lo que fuera, entonces yo creo que las dos, ojalá algún día pueda decir que una en particular, pero ahora lo que puedo decir que son las dos.

– Por lo general los arquitectos se casan con la plástica, con la escultura, pero principalmente con la pintura, ¿te has relacionado por tu profesión con estas dos artes?
Yo nunca fui un arquitecto muy artista, siempre me enfoqué, estuve más relacionado con el desarrollo inmobiliario, como gestión de negocio, pero siempre ligado al trabajo de estar ligando todo para que al final termine siendo un edificio, como fuera. Nunca estuve en lo plástico, esa es la realidad, con el interiorismo; siempre me asesoré con arquitectos mejores que yo, que lo saben hacer bien, siempre hay un especialista para cada cosa.
Yo creo que la literatura fue para mí esa salida artística que la arquitectura no me estaba dando, no tenía yo el tema plástico tan clavado; en la universidad no era yo el que sabía dibujar bien, yo era el de rápido, sabía organizar mis cosas, sabía desde el punto de vista inmobiliario hacer bien lo que tenía que hacer y hasta la fecha lo sé hacer muy bien, pero la parte artística, salió más bien desde el punto de vista de la literatura, porque después de que empecé a leer, empecé a estudiar teorías literarias, talleres de análisis de escritores de premio Nobel, empecé a estudiar y es mi parte artística la parte de la literatura.

– ¿Para plasmar finalmente a Silvia tuviste alguna tutoría, algún apoyo para mejorar el texto?
Sí, prácticamente yo empecé burdamente pero a través de un amigo que tenía otro amigo que había publicado un libro, me eché una serie de cafés con él, me fue más o menos, nos hicimos muy amigos y me fue guiando desde el punto de vista ortográfico y de composición porque obviamente mi sintaxis y mi semántica estaban como plano de arquitectura, totalmente chueco y lineal, entonces me fue ayudando, pero cuando yo tenía mi historia redactada completa, obviamente de una manera muy diferente a lo que vemos hoy publicado, esto está mucho más refinado que lo que yo tenía.
Conocí a Victoria que me ayudó tallereando mi propio escrito ayudándome a componer un poco mis frases y a buscar los sentimientos que estaban en mi narrativa lineal que yo tenía, entonces me ayudó un tiempo a poner mis ideas en orden, para que alguien más lo lea, a diferencia de nomás poner o a decir en un papel lo que no me atrevía en palabras, entonces sí me ayudaron mucho, eso es muy importante.

– Me recordaste a Silvia Molina, una escritora que en algún momento conoció y tuvo una relación con el poeta José Carlos Becerra, y luego de que él murió en un accidente en Italia, ella escribió una novela, y le ayudaron a escribirla otros escritores; su historia era muy lineal y le recomendaron que pusiera un personaje tercero en discordia, para que este fuera el causante de un conflicto, un nudo y que tuviera un mejor desenlace. ¿Tuviste alguna asesoría en cuanto a la trama para hacerla más interesante?
Totalmente, aunque casualmente te puedo decir estaba bien hecho desde un principio, me ayudaron para que cada capítulo tuviera su curva con inicio, trama, conflicto y desenlace. Estuvo muy cuidado desde el punto de vista de creación de la historia. Para hacerla más interesante y que te mantenga clavado los ojos en la novela.
Siempre tienes que darle el archivo a alguien, tienes que pararte y leerlo en voz alta, como si estuvieras enfrente de la gente, eso lo aprendí en un curso de creación literaria.
Los lectores somos siempre el investigador privado y queremos ver exactamente dónde el escritor se equivocó, y como lector me pasa muchísimo, pero como autor debes estar listo para aceptar la retroalimentación. A veces la crítica es leve, a veces dices ay sí qué buena onda, pero otras veces te revuelves el estómago, pero de esas aprendes muchísimo.
Toda obra es perfectible, podrían hacerle todas las correcciones posible, pero llega un momento en que dices así quedó y debes soltarlo, dejarlo, finalmente.

¿Vive Silvia, vive Manuel, vive Alejandro, vives tú?
Yo sí, los demás son personajes de la ficción, puede que ellos sean pedacitos de muchas personas, de gente que me ha dejado marcado, puede ser que lo que hayan vivido, pero hasta las ciudades se vuelven personajes, pero son reales, las calles son reales.

Tengo ahorita algo de cuento corto, estoy haciendo, tengo poemas también, tengo un blog donde publico, bueno o malo, no sé, pero lo checo, lo edito y lo subo y estoy terminando mi segunda novela, me falta muy poco, es una novela muy diferente a Silvia, es una serie de recuerdos y sueños, de una persona que ha muerto, durante su entierro, es una persona más que va al entierro pero no entra, estamos trabajando en ello…