Por una biblioteca sin muros en León para Guanajuato

La Biblioteca Central Estatal Wigberto Jiménez Moreno en la ciudad de León

¿Cómo liberar de las coerciones que impone toda colección particular a la biblioteca de bibliotecas? La pregunta planteada en El orden de los libros (Gedisa, 1994) por Roger Chartier acomoda de sobremanera a la Biblioteca Profr. Wigberto Jiménez Moreno también conocida como Colección WJM.

Intentaré no dar una vaga respuesta al cuestionamiento anterior. Al contrario. Trataré de insistir en la “doble utilidad del libro” y de paso aludir a la configuración de la universalidad de la llamada Biblioteca.

Para comenzar les diré que una “biblioteca” no es solamente el inventario de los libros reunidos en un lugar específico, sino que puede ser el de todos los libros jamás escritos sobre un tema cualquiera o por los autores de una nación dada.

Es decir, la definición apela a dos criterios:

1º) Enumera a los autores, y

2º.) Preserva el marco nacional.

Luego desgaja la posibilidad, aventurada ¡tal vez!, de ser una biblioteca sin muros. O sea, permanecer abierta para dar a conocer el acervo a los lectores. Pienso, por ejemplo, en la multiplicidad de la serie documental sobre las lenguas de México―más de 53, según recuerdo― que tiene la citada biblioteca del profesor e historiador leonés.

También en la significativa colección de libros que abarcan de los siglos XVII al XIX, además de las reproducciones facsimilares de los Códices mesoamericanos―unas 40―, así como folletería de historia regional y local. Rubros especializados sobre etnología y arqueología sin dejar de lado la Historia de México y la literatura nuestra.

Entonces ¿se podrá comprender la biblioteca sin muros?

Para los que son ajenos a ello lo verán, de manera simple, como el resguardo del armario de la abuela. No tomarán en cuenta el contenido y lo valioso del objeto, sino que verán lo viejo que es y de paso, intentarán deshacerse lo más rápido posible de aquellos papeles amarillentos, que no sirven para nada, ocupan espacio y erogan gastos.

La biblioteca sin muros debe ser material y formal. Valga la pena citar que no se trata de acumular libros por acumular sino “construir un ejemplo digno de ser imitado”. Es decir, una biblioteca “perfecta y cumplida” que “será el medio de volver bien aprendidos y sabios a los menos doctos o a los completamente ignaros…”.

La biblioteca sin muros no es privada. Reúne, para ser justa y precisa, la colección de 40 mil volúmenes entre libros, mapas, folletos, fotografías, publicaciones periódicas y parte del archivo personal de don Wigberto.

Aunque la mayoría de la colección está en lengua española es digno destacar que por lo menos existen 5 mil volúmenes de libros en otras lenguas. A saber: inglés, francés y alemán.

La biblioteca sin muros pertenece a los usuarios: lectores e investigadores. Y si somos más específicos de manera geográfica, a los leoneses, ya que desde 1989 se concretó la compra de la mitad del acervo de la biblioteca, por parte del Municipio de León, y por disposición testamentaria don Wigberto Jiménez Moreno donó la mitad correspondiente desde 1985.

Sin duda para acercarnos al cierre del saber atesorado, conservado, universal de la Biblioteca Profr. Wigberto Jiménez Moreno; es necesario acudir a Antoine Du Verdier: 

“Cómo en la Biblioteca están ordenados diversos libros, guardados como en su propio lugar: así, tantos y tan diversos Autores y libros están aquí dispuestos en tal orden que, a la primera mirada, puede uno encontrarlos en su lugar, y de este modo uno puede recordar”.

Entre un lugar y el recuerdo la biblioteca sin muros nos lleva, al ver y reconocerla, a tener una reacción de ¡extravagante felicidad! Asunto que los que no saben les provoca miedo y pavor. De allí que pidamos, a quien corresponda, asegurar la manutención del acervo.