Mexamérica, el tercer país de la frontera y la poesía de J.D. Trump

Mexamérica

De mis recientes lecturas destaco el libro Mexamérica. Una cultura naciendo… (Ediciones Proceso, 2017) de Fey Berman porque nos llegó en buen momento. Quiero decir, la autora escribió de tal forma―en el marco de los procesos de continuidad y cambio que vivimos entre nuestra República mexicana y los EE UU―pues revisó con lupa el ir y venir continuo de migrantes nuestros y de pueblos hermanos.

La deliberación propuesta en el texto donde menciona el término Mexamérica, en efecto utiliza el “más descriptivo, y más importante [término], el que la gente de origen mexicano que vive en los EUA usa para autonombrarse”.

Ya don Wigberto Jiménez Moreno en el discurso pronunciado al conferírsele el grado Andrew E. Mellon de Profesor de Humanidades, en la Escuela de Graduados de la Universidad de Tulane, Nueva Orleans, La., en la primavera de 1980 lo decía de la siguiente manera:

En 1943, Paul Kirchhoff estableció y definió Mesoamérica como área de cultura. Más tarde hizo lo mismo para Aridamérica y Oasisamérica. La interacción entre ésta y aquélla ―como entre los grupos nómadas y sedentarios― es la principal razón para incluir las tres regiones, como un todo, dentro de una macroárea, que, desde 1961, yo llamo “Mexamérica”. Además de México, Mexamérica abarca el suroeste de Estados Unidos y Centroamérica, que fue precisamente el extenso territorio que tuvo México durante el imperio de Agustín de Iturbide entre 1822 y 1823, en vísperas de que se acuñara la Doctrina Monroe, que es también, si omitimos “Florida” (desde la mitad de Tamaulipas hasta Virginia), y tierras remotas como Alaska y Filipinas, parte esencial de la historia de México”.

No olvidemos que los nombres de nuestro territorio, en el Nuevo Mundo, han sido singulares: America Septentrionalis sive Mexicana; America Meridionalis sive Peruviana o bien América Mexicana que, en su momento, tuvo su equivalente con el mote Norteamérica.

El historiador leonés aludido sugiere que los dos conceptos eran parecidos e Hidalgo gritó: ―“¡Viva la América Septentrional”!―, porque eso significaba para él la América Mexicana.

De allí que la nota sobre el término Mexamérica signifique y nos pasee por la integración y desintegración, mezcla racial y aculturación que, “embona en la terminología que alude al origen de las distintas poblaciones que forman los Estados Unidos: mexamericano, afroamericano, asiático-americano”.

Recordemos también que: “Desde el punto de vista español, Virginia, evangelizada por los jesuitas hasta 1570, e incluso visitada por soldados un año después y en 1611, tampoco fue la parte más al norte de Florida o el vecino inmediato de él: los ingleses establecidos ahí eran ilegales y debían ser expulsados”.

Por eso hablar de Mexamérica, como bien hace la autora, es hablar de una cultura ancestral. O dicho en términos más justos: es hablar del Tercer País de la Frontera (Guillermo Gómez Peña dixit). ¿Entenderá esto Míster Juan Donaldo Trump? I don’t not. La respuesta también lleva su riesgo y sin duda marca el aquí y el ahora histórico. Pero tenemos que comenzar por el envés en esta cultura nuestra tan especial que nace y merece su lugar en el mundo y que enlaza con muchos.

Pero el señor Juan Donaldo como presidente del otrora país más poderoso del mundo―preguntémosles a los chinos―solo manifiesta a uno de los Artefactos (1972) de Nicanor Parra y lo hace suyo como tarjeta de presentación para todos:

USA

            donde la libertad es una estatua