La responsabilidad de un ser humano de letras, con la sociedad

Periodistas.

El tema que abordaremos el día de hoy, sin duda alguna, es de los más difíciles que he enfrentado  desde que recibí la invitación para escribir en un rotativo de esta ciudad.

Lo cual considero una alta responsabilidad, desde el momento en que pasé a ser parte del quehacer de llevar a la opinión pública, una información veraz, objetiva y realista de los acontecimientos que viven los guanajuatenses en su entorno y hago votos para que se siga cumpliendo con la encomienda que la sociedad le ha dado a los medios de comunicación por la vía de la democracia.

México ha vivido décadas de simulación y opacidad, avivadas por la corrupción y la impunidad, por lo cual el único camino para contribuir a combatir estas lacras que se están enquistando en nuestro Estado es que sigamos impulsando a los medios de comunicación, reporteros, columnistas, etc., a que ejerzan plenamente el ejercicio constitucional que les otorga la potestad de la libertad de expresión.

Si esta línea,  la llevamos a cabo romperá cualquier dique que traten de levantar como una muralla que evite la transparencia y rendición de cuentas, principalmente ante la grave crisis de inseguridad que crece galopante, día a día en nuestro Estado, y particularmente en nuestro municipio de León.

Estamos hablando del derecho que tiene todo ciudadano de saber qué es lo que está sucediendo en su ciudad.

En este renglón cabe agregar que con los avances tecnológicos y electrónicos, en cuestión de segundos, una noticia puede traspasar fronteras, esto es, hacerse viral en nuestros teléfonos o computadoras, por ende no sabemos de la veracidad o compromiso periodístico que tenga su autor al redactarlo de una manera que, incluso incide a la violencia,  por lo que exhorto a los columnistas, escritores y colaboradores serios, de los medios de comunicación a que continúen con esta noble labor de divulgar y difundir con un pensamiento crítico y de esta manera se logre el escrutinio que la sociedad demanda, para sus políticos y funcionarios públicos de todo tipo de noticias.

Quiero traer a la memoria, una de las reformas de nuestro Código Penal del Estado de Guanajuato que fue publicada el 20 de abril del 2018, precisamente en su artículo 1406-E: “No se considerará que se excede el límite del derecho a la libertad de expresión, ni estarán obligados a la reparación del daño moral, aquellas personas que, en razón de su actividad o profesión, emitan todo tipo de críticas, opiniones, ideas o juicios de valor en los términos y con las limitaciones que señale la Constitución, los tratados internacionales que el Estado Mexicano haya celebrado y ratificados por el Senado…

Más adelante, este mismo artículo en su fracción IV, segundo párrafo reza: “Tratándose de funcionarios públicos los límites de críticas y opiniones desfavorables serán más amplios por dedicarse a las actividades públicas, los cuales están expuestos a un control más riguroso de sus actividad y manifestaciones, la sujeción a dicha crítica es inseparable de todo cargo de relevancia pública”.

Esta es la magnitud que los periodistas tienen a sus servicio e inclusive, como lo he manifestado esto abona al artículo 7º constitucional que garantiza la inviolable libertad de difundir opiniones, información e ideas a través de cualquier medio.

No se puede restringir este derecho, por vías o medios indirectos, tales como el abuso de controles oficiales o particulares, de papel para periódicos, de frecuencias radioelectrónicas, etc., en suma este propio artículo garantiza que ninguna ley ni autoridad puede establecer la previa censura, ni coartar la libertad de difusión que no tiene más límites que los previstos en el primer párrafo del artículo 6º.

Quiero cerrar esta columna citando a uno de los periódicos más prestigiados como lo es el “New York Times” en donde Azam Ahmed publicó “estar al frente de un periódico, estación de radio o canal de televisión en México, usualmente significa depender de un único y poderoso cliente que gasta exorbitantes sumas en publicidad con una simple advertencia: “no te pago para que me critiques”.

En lo particular creo que el decoro, honor, reputación, vida privada, aspecto físico, propia imagen y la integridad como funcionarios se las deben de ganar a pulso, aquéllos que han decidido escoger como carrera la vida pública y, a los periodistas, les toca hacer su trabajo para ser los ojos de una sociedad que ocupa de hombres y mujeres con una envergadura suficiente, intelectual y consciente de las responsabilidades que adquirieron voluntariamente y que por ende están obligados a cumplirlas.

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