Donde otros ven la carne yo veo la tierra

Alejandro Rojas, Premio Internacional de Poesía San Román México y el Caribe.

Sobre el último poemario de Eusebio Ruvalcaba

Para Coral Rendón y Abril Méndez

 Alejandro Rojas

 

(Texto leído en el centro Xavier Villaurrutia, Ciudad de México, el 9 de agosto de 2018)                                                                                                         

Me resulta particularmente conmovedor y a la vez insólito, presentar el más reciente libro de la fotógrafa Abril Méndez y a la vez, quizá el último como poeta de Eusebio Ruvalcaba. Digo conmovedor, porque algunos sabemos lo que significaba la poesía para Eusebio. Su primer libro “Atmósfera de Fieras”, impreso en 1977, es de poemas. Y me atrevo a decir, que quizá sea este el último, por la simple razón de haber sido él quien eligiera cada uno de los 21 poemas que conforman este libro junto a las 21 fotografías que Abril también eligió.

Y digo insólito porque no sucede cada año que uno de tus mejores amigos en la vida presente conjuntamente un libro con tu mujer, impregnada desde su infancia en el arte de la fotografía. Dos formas de concebir la belleza del cuerpo y de la vida que se unen para dar luz a un proyecto que tardó varios años en gestarse. Es padre y más fácil expresarse, creo, cuando no se habla de escritores consagrados, sino de amigos, mujeres, belleza. Hay anécdotas varias, situaciones que me tocó vivir y escuchar alrededor del libro Donde otros ven la carne yo veo la tierra. Afortunado o condenado, por más dijera que no, ahí me tienen siendo testigo sobre lo que Eusebio contaba sobre las fotos de Abril y viceversa; ella hablándome y pidiéndome mi opinión sobre este proyecto. No es que sea chismoso ni ustedes tampoco, por lo que solo les compartiré algunas anécdotas. Por ejemplo, Eusebio me contó alguna vez el suceso amargo que sufrió con una modelo, para un libro que ya no vio la luz. Gustavo Sainz lo invitó a participar en un proyecto de Solar Editores a comienzos de este siglo. El caso es que cada escritor tenía que tomarse algunas fotos con una modelo desnuda.  Cuando le tocó a Eusebio el turno, la mujer arguyó que él la había tocado, mientras gritaba como loca histérica. Por lo que Eusebio se asustó, tomó su saco y se salió de ahí. El editor nunca pudo convencer a Eusebio de que volviese.  — Pues es que tú eres muy mano larga— le dije. Aunque el perjuraba que esta vez ni siquiera tuvo intenciones malévolas con la muchacha. Solo Dios sabe.

Sé lo que involucra para Abril el poder y la belleza que genera un cuerpo femenino plasmado en una fotografía. No soy presumido, aunque confieso que a todas las modelos de este libro las conozco personalmente, obvio con ropa. Y aunque que pedí más de una ocasión entrar a alguna sesión fotográfica, jamás me fue permitido el paso, ni siquiera como asistente. Por otro lado, siempre he sido el primer observador de las fotos recién salidas del ojo de la cámara. Y por eso me atrevo a decir que este bello concepto merecía una edición especial, donde se pudiese apreciar la debida dimensión de poemas y fotos. Creo que tanto para Eusebio como para Abril, sabemos el valor que tiene la desnudez del cuerpo femenino. Hace 25 años, Eusebio me regaló su segundo libro de poemas, Homenaje a la mentira con una dedicatoria donde dice más menos algo así: para Alejandro Rojas, hombre proclive a la belleza en el cuerpo o en el alma de una mujer. Y hace 16 años caí cautivado por una mujer oaxaqueña, fotógrafa, bebedora de mezcal y con un estilo muy particular de concebir el acto artístico sin ninguna pretensión de fama o de dinero. Se llama Abril y se apellida Méndez, y se me ocurrió invitarla a mi casa a platicar, a beber; y desde ese momento no se ha querido regresar a su casa en Guelatao, Oaxaca. Caray.

 Me preguntaron hace unos días mi opinión sobre los poemas de este libro. En resumen, pienso que se trata de un homenaje al cuerpo de la mujer desde otra concepción muy distinta a la que nos tenía acostumbrado Eusebio como poeta. Ya no es solo el elemento carnal y sexual lo que impera. Sino la matrix de la mujer en todo su esplendor. El semillero como él lo llama.  Breves reflexiones, ligeras y con cierto dejo de sabiduría. También se trata de un homenaje a la tierra, tan golpeada por nosotros los hombres. Pareciera que de repente uno de encuentra a ese viejo gambusino que acentúa su estancia en la misma tierra, no sin antes haber extraído el oro tan preciado, oro del conocimiento y del mismo cuerpo que nos conducen a la reflexión de que somos simples hijos del tiempo. Va este poema para acompañar tal argumento: “La tierra y el cuerpo/el cuerpo y la tierra/ son semilleros. /Nos amamantan. /Nos protegen. /Nos transforman. O este otro: Mujer: eres cuerpo y tierra/ Tierra: eres mujer y cuerpo/ Como si una antorcha/ hubiera crecido en su oquedad/ más profunda/ De ambas/ Como si en su epicentro/ habitara/ la palabra inefable del amor. En esta conjunción las fotos de Abril juegan un papel fundamental para conformar un paralelismo ontológico. Son otras raíces de imaginación que crecen desmesurada en su carnal postura. Y retan al poeta y retan al lector. Es el ojo señuelo del lente que nos comparte con eficacia la más pura intimidad del cuerpo junto a la palabra, de igual manera como alguna vez lo escribió el poeta Gilberto Owen: también por la carne se llega al cielo.

El libro me condujo a ciertas simbologías que para los curiosos pueda significar algo y para los no creyentes quizá también. No sé si Abril o Eusebio hayan reparado en estos detalles: 21 poemas y 21 fotografías. Como dice mi querido maestro Alberto Orozco Walo la última carta numerada del Tarot es “El Mundo”. Es el vigésimo primer Arcano Mayor y simboliza la expansión de la evolución, y corresponde al conjunto de lo que está manifestando la permanente acción creadora. Este 21 simboliza la totalidad del mundo y del hombre. Los alquimistas consideraban al hermafrodita el símbolo de esta unión tan perfecta, el 2 femenino en el lado izquierdo junto al 1 masculino que ocupaba el lado derecho formando en conjunto a esa gran unidad que representa el número 21. La carta de El Mundo suele tener un personaje femenino o hermafrodita en el centro y en cada una de las 4 esquinas siempre encontraremos a los 4 querubines de la visión de Ezequiel. Siempre está desnudo y representa el fuego divino y el corazón del Gran Misterio.

En La Biblia el 21 es símbolo de perfección y madurez. Simboliza la sabiduría divina: “espejo de la luz eterna, que atraviesa y penetra toda gracia en su pureza”. En el Libro de la Sabiduría se enumeran los 21 rasgos característicos de la sabiduría. Quien conseguía interiorizar los 21 aspectos descritos en dicho libro, podía considerar que alcanzaba la mayoría de edad en un plano espiritual. Como en otras tantas ocasiones, La Biblia respeta encarecidamente a todo lo relacionado con la ciencia de la Numerología: el capítulo donde el Libro de la Sabiduría relata uno por uno estos 21 aspectos, no podía ser otro que el capítulo siete. Por último, el número 21 corresponde al número del siglo que actualmente estamos viviendo, según el calendario occidental. Para finalizar 21 más 21 dan 42.  En la Cábala dicho número es de vital importancia. Como la tierra que lleva el consigo el ser de la creación, el número 42 es el número que sigue a la sinfonía Júpiter de Mozart.

Estoy seguro de que Eusebio estaría muy feliz de ver este libro impreso, como sé que lo está Abril esta noche. Gracias.

SOBRE EL AUTOR

Alejandro Rojas Espinosa (Ciudad de México) se dedica al oficio de la panadería. Ha publicado dos libros, La carne de los linces y Virtud veneno. Premio Internacional de Poesía San Román de México y el Caribe, ha publicado sus poemas en El financieroAntología de los 43La nigüaEsperantoCrisálida, entre otros a nivel nacional e internacional. Amante de las mujeres, el vino y el pan.