El psicodélico y retorcido arte de Jim Carrey que te hará alucinar

El psicodélico y retorcido arte de Jim Carrey que te hará alucinar

Agencias.- Escondido de las cámaras desde hace años, Carrey ahora descubre un mundo diferente a través de los lienzos en los que ha encontrado un nuevo y sincero refugio.
Padecer trastorno depresivo y tener la capacidad de gesticular los siguientes rostros ya es una obra de arte:

El psicodélico y retorcido arte de Jim Carrey que te hará alucinar
El psicodélico y retorcido arte de Jim Carrey que te hará alucinar

Es muy probable que no pertenezcas a la generación de mediados de los 90 que vio a este tipo catapultarse a lo más alto de la comedia de Hollywood, pero de alguna manera es seguro que su nombre haya llegado a tus oídos en un momento u otro gracias a algún comentario, película o libro.

Los rostros pertenecen al actor Jim Carrey, un tipo que se ha hecho famoso con base en películas de carácter cómico, en su mayoría, donde da muestras de una capacidad impresionante para dar vida a personajes de toda clase sin repetirse en ningún momento. El talento histriónico de Carrey es natural, pues desde los diez años tenía ganas de que el mundo lo observara. Cuenta que en la escuela primaria tenía un trato con su profesora: él atendería quieto a la clase para que en los últimos diez minutos de la misma tuviera oportunidad de interpretar pequeñas historias o sketches frente a sus compañeros.

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Esa necesidad imperante de actuar, de meterse en la piel de otros, lo llevó muchos años después a ser una de las celebridades más reconocidas en el mundo entero. Carrey no sólo ha visto su talento reflejarse frente a las cámaras en cintas como The Mask, Ace Ventura, Eternal Sunshine of the Spotless Mind o The Truman Show sino en disciplinas artísticas diferentes como la pintura o la escultura, en las cuales se mueve de manera tan cómoda como cuando interpreta a sus personajes de comedia.

El documental I Need Color de David Bushell es una muestra de que el artista necesita crear para encontrar un propósito y lugar en el mundo. Cuando Jim Carrey pinta, también actúa. Lo hace de una manera milagrosa, como si los pinceles bailaran en sus manos. La oscuridad que hay en él se ilumina cuando el blanco del lienzo se va llenando de figuras y colores que no habitan en el mundo sino en la realidad que Carrey carga en su cabeza y corazón.

«La desesperación es un ingrediente necesario para aprender o crear cualquier cosa. Así de sencillo. Si nunca has estado desesperado, nunca has sido interesante», dice el artista cuya vida no ha sido fácil, sobre todo, tomando en cuenta sus trastornos de depresión que se contraponen a los coloridos cuadros que hace.

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Complejo como el actor, el arte de Carrey es una exploración y al mismo tiempo una explicación del hombre que ha decidido tomar un pincel y hacer algo, lo que sea, con tal de hablar en ese idioma particular de la pintura. Ésta es una voz que resuena en el aire cada vez que el artista decide entablar un diálogo consigo mismo.

En sus pinturas hay formas psicodélicas donde los tonos oscuros se mezclan de maneras contrastantes con los fosforescentes, como si el artista quisiera palpar el sentimiento de la depresión que lo ha embargado en distintas etapas de su vida, y su lucha contra la alegría y el buen humor de sus personajes cinematográficos. «Me gusta la independencia de la pintura. Me encanta la libertad que ofrece. La mayoría del tiempo, nadie más te dice qué puedes o no puedes hacer. Y hay una inmediatez en ello».

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Pintar es sin duda un acto de liberación para quien alguna vez se haya entregado a esta actividad en busca de plasmar un miedo o una alegría. En el caso de Carrey, esto ha ocurrido de manera evidente tras su ruptura con la actriz y modelo Jenny McCarthy en 2010 y el suicidio de su exnovia Cathriona White en 2015; hechos que sin duda han contribuido para que el actor busque un refugio alejado de las cámaras, aislado en un estudio en la ciudad de Nueva York.

«Solo quiero ser yo mismo. Quizás algunas personas intentarán limitarme, pero yo no lo haré». Cuando se observan las figuras que el actor plasma sobre esos lienzos a la espera del milagro pictórico te das cuenta perfectamente que no hay nada capaz de detener a Carrey en su misión de buscar el alivio y la inspiración. Rompiendo cualquier cadena que le sirva de atadura, el hombre se entrega como un niño a la exploración de un inconsciente capaz de obrar maravillas.

Mediante técnicas y herramientas diversas como el spray o el action painting, Carrey le da vida al rostro de Jesucristo, a la figura de Bruce Lee, la bandera de los Estados Unidos, algunos corazones incendiados, flores multicolores, kanjis y figuras geométricas. A través del acto ritual de valerse de la pintura y el pincel para ser y hacer, Carrey no sólo busca una liberación sino también un encuentro con lo espiritual. «Mi enfoque es olvidar el dolor de la vida. Olvida el dolor, búrlate de él y redúcelo. Luego, sonríe».

 

Cada vez son más las figuras públicas que se introducen en el mundo del arte con resultados diversos, algunos maravillosos y otros francamente absurdos y mediocres como es el caso de la llamada “Princesa del Pop”, Britney Spears, cuya pretensión resulta penosa. En la otra cara de la moneda se encuentra el polémico cantante y rockero Marilyn Manson cuyos retorcidos dotes artísticos no se ponen en tela de juicio. Hombres como él, que hacen del arte una verdadera vía de expresión y no un momento de triste exhibición, hacen que la pintura cada vez encuentre nuevas vías de evolución.

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